Todo comenzó hace ocho años liderado por Jennifer Cristina Barrera, una joven nacida en el barrio Nazareth del municipio de Nobsa; tenía 28 años y en medio de su lucha con un cáncer de piel, conoció durante un taller al que asistía, a varios adultos mayores que presentaban diferentes tipos de discapacidad y que, incluso tenían que sobrevivir con una comida diaria.
Corría entonces el año 2014 cuando tomó una decisión que muchos de sus seres cercanos no entendían e incluso pensaron que iba a ser algo pasajero, porque se trataba de una locura el pensar sin tener un peso, en crear un lugar en el que pudiera atender, ofrecer un techo, comida, abrigo y buen trato, eso especialmente, buen trato a adultos mayores que habían sido abandonados por tener algún tipo de discapacidad.
Pablo, un abuelito con discapacidad que vivía solo en una casa sin luz, sin agua y sin baño fue el primero en recibir el apoyo de Jennifer Barrera, luego a la par vino un anciano sordomudo y una mujer que había sido abandonada en el hospital de Sogamoso y así fue aumentando el número de beneficiados del buen corazón de esta mujer que proyectó que cuando perdiera su lucha contra el cáncer, quería dejar un proyecto social y humanitario en favor de adultos mayores con discapacidad y en condición de abandono.
Comenzaron pagando arriendo en una casa, pero pronto se quedó pequeña porque el número de candidatos para la ayuda crecía más rápido que las posibilidades de ayudar a tanta gente, a los ocho meses ya tenían 10 personas y cuando llevaban cuatro años de funcionamiento “se presentaron unos vecinos como ángeles enviados por Dios que nos hicieron realidad el sueño”, asegura Rubén Darío Herrera Perico, cofundador de la Fundación Hogar Pequitas que está ubicada en el barrio Nazareth del municipio de Nobsa, justamente al lado de la subestación Suamox, de la Empresa de Energía de Boyacá.
Con la voz entrecortada recuerda como un día en una reunión de la junta de acción comunal del barrio preguntó a un funcionario de la Empresa de Energía de Boyacá ¿Qué iban a hacer con esas instalaciones antiguas junto a la subestación?, en donde le respondieron que las iban a demoler.
“La verdad es que sentí una tristeza absoluta porque no entendía cómo iban a demoler una infraestructura que podía servirnos a nosotros y por eso, les hablé de la fundación y les propuse que nos ayudaran y ahí la EBSA hizo varias visitas y se armó el proyecto, que se hizo realidad gracias a varios de sus profesionales, y que debíamos haberlo inaugurado hace ya dos años y medio, pero por la pandemia tuvimos que pararlo y reiniciar dos años después”, recuerda don Rubén Darío.
Hoy en día son 10 abuelitos los residentes y 6 más que llegan solo a tomar alimentos, en la amplia estructura que les fue donada por la EBSA y que cuenta con cinco habitaciones, además, cocina, sala, dos comedores, área para atención médica, zona de camilla, zona verde, tres baños y adicionalmente unos mil metros cuadrados para la huerta casera en la que tienen productos para el mismo consumo.
“Hicimos entrega de las instalaciones para poder satisfacer las necesidades de una población vulnerable de la tercera edad, como vecinos de nuestra nueva subestación y este solo es un reflejo de la responsabilidad social de la empresa que no es por caridad, sino para hacernos parte de una solución y que deja ver que la EBSA sigue fortaleciendo ese proceso de humanización”, dijo Héctor Hernán Contreras, Director de Seguridad, Salud y Ambiente de la Empresa de Energía de Boyacá.
Ahora la Fundación Hogar Pequitas cuenta con unas excelentes instalaciones, gracias a la Empresa de Energía de Boyacá, en un proyecto al que luego se vinculó la empresa Argos que donó un puente que tenía que construirse de manera obligatoria y luego ya vino el apoyo de la Alcaldía de Nobsa, en cabeza del Alcalde Alfredo Niño, con la dotación interna de las instalaciones.
La mayoría de los beneficiados son del barrio Nazareth, pero también hay un señor de Mongua, de Duitama y de Aquitania. Viven de la caridad de la gente que los rodea, algunos de los familiares ayudan o aportan lo que pueden.
“De esta manera se les está haciendo realidad el sueño de Jennifer Cristina, quien desafortunadamente en el 2021 cuando tenía 35 años falleció, pero se fue satisfecha de que, gracias a su familia, amigos y a la EBSA, el proyecto iba a ser una realidad, que iba a ser su legado”, afirmó Clara Aidé Barrera Perico, madre de la artífice de la Fundación.